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La fragilidad cubierta por una dureza absurda

Una entrevista con Jaime Enrique Prada por viento izquierdo ugaz

Perú es un estado-nación complejo, con muchas contradicciones, violencias, y agravios. Existir y resistir como artista disidente y racializade es una lucha diaria. Jaime Enrique Prada es un artista interdisciplinario cuyas obras desafían las normas sociales a través del cuerpo y la escultura, fotografía, video, sonido, pintura y más. Jaime usa la investigación y la imaginación para tratar de abordar, resignificar y cicatrizar partes de nuestra memoria colectiva, historia y presente. Es un reto gigante, y Jaime se acerca a ello, empezando desde sus propias experiencias, la vulnerabilidad y el coraje.

Agravio, 2018

Intervenciones en fotografías impresas, 12x10cm

Serie de 13 fotografías


 

viento izquierdo ugaz: ¿Quién era Jaime de niño, cómo era su entorno y qué le llevó a empezar a crear?

 

Jaime Enrique Prada: Para mi, ser un infante no fue nada fácil. Tuve que atravesar maltrato psicológico por parte de mi familia que trataba de modelar mi vida y quién (yo) debía ser. Recuerdo de niño ser muy feliz, pero hubo un punto de quiebre en el que entendí que no encajaba en la heteronormatividad y fue allí donde mi entorno inconscientemente o conscientemente hizo que esa felicidad se convirtiera en tristeza. Y me hizo una persona muy callada. Así mismo sufrí bullying en el colegio por ser una persona racializada y tal fue ese impacto en mí que me hizo ocultar mi verdadera identidad y expresarse al 100% por miedo a que pueda ser motivo de burla por parte de mis compañeros. Nunca tuve muchos amigos mientras crecía que pudieran ser soporte emocional y los pocos que tenía se iban yendo o alejando por problemas personales. Es así que mi infancia fue muy solitaria y eso me hizo ser una persona bastante independiente pero también desconfiada.

Económicamente nunca me hizo falta nada, mis padres son personas muy trabajadoras que provienen de familias precarias que pudieron salir adelante monetariamente. Y viví una infancia cómoda en ese sentido. 


Desde niño siempre estuve inclinado a las artes. Me gustaba pintar mucho, usar plastilina, crear collages, pintarme la cara. Pero mi baja autoestima y la poca confianza que tenía en mí mismo me hacía sentir que no era capaz de estudiar arte y mucho menos vivir de ello. Así que nunca fue una opción para mi hasta la adolescencia, donde la creación artística desbordo mi vida; y vi la necesidad de estudiar algo artístico para sentirme feliz conmigo mismo. Por suerte, siempre tuve unos padres que me apoyaron en las decisiones que tomé profesionalmente.

viu: ¿Cómo ves la conexión entre esas experiencias y tu serie, Agravio? ¿Y cómo describirías al Jaime del presente?

 

JEP: Agravio es el proyecto que usé para sanar esas heridas que tuve al crecer y en ese proceso entendí mucho mejor a mi familia y sus pensamientos. El proyecto busca interpretar mi historia familiar desde mis recuerdos emocionales. 

 

Las experiencias negativas que pasé durante mi infancia son plasmadas con inocencia en los collages y las pinturas de la serie Agravio. Dibujando ataduras dolorosas al pasado, viendo el dolor que mi madre y padre tuvieron en su niñez y cómo esto los somete a repetirlo inconscientemente sobre mi. Agravio evidencia ese círculo vicioso de violencia solapada en las familias. 

 

Actualmente soy una persona mucho más tranquila, esos llantos inexplicables en las noches fueron desapareciendo a medida que entendía más a mi familia y de donde provenía realmente ese dolor. Y lejos de esconder ese proceso, me gusta mostrarlo porque es parte de mi.